Víctor Bautista.
Nada evitará que este lunes sea sísmico en términos de opinión pública. El día devendrá monotemático, desde la salida hasta la puesta del sol, con un tópico dominante: las encuestas Gallup-Hoy y la Greenberg-Diario Libre.
El llano entrará en llamas (perdón a Juan Rulfo por copiarle vulgarmente) si resulta que los sondeos arrojan lecturas distintas, aunque hayan sido realizados en un horizonte temporal paralelo.
Esto sería visto sin mayor aprensión si se tratase de dos mediciones de esas que constituyen trajes a la medida financiados por los propios candidatos o los partidos políticos. Pero tratándose de dos encuestas independientes, el horno donde se hacen las galletitas subirá de grado.
No menos telúrico será este día si Gallup Dominicana y Greenberg presentan resultados coincidentes, una situación que, seguramente, impactaría en la sicología de la campaña y llevaría a no pocos entes políticos a tomar antidepresivos y a radicalizar posiciones.
Atizar la campaña sucia –que ya ha impulsado acciones en tribunales- podría ser una secuela importante, con la modalidad de tercerizar la comunicación utilizando kamikazes y malos actores que no pueden disimular las manos que mecen su cuna.
Yo digo que este tipo de ejercicio, una especie de miasma en la política, tiene en el fondo su lingote de oro para los votantes: conocer el calibre humano de algunos entes de la fauna partidaria.
Sospecho que en el corto plazo también tendremos la última investigación de Penn, Schoen & Berland para el Grupo SIN. Estamos, pues, ante tres referencias importantes que arrojan luz a un escenario infestado de mediciones espurias.
Me luce que los proyectos de poder han utilizado más las encuestas como reforzamiento de propaganda que como instrumentos para afinar estrategias. Por eso es bueno contar con Gallup Dominicana, Greenberg y Penn, Schoen & Berland. Lo demás es puro bulto.
Víctor Bautista
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