Experta advierte que los hijos de parejas violentas no son espectadores: “Son víctimas directas”

El acompañamiento de hijos adultos y la denuncia son fundamentales para detener la violencia y proteger a las víctimas.

Santo Domingo.– El comunicador Juan Carlos Barbelo abrió su segmento “Anillo Familiar” con un mensaje sobre la importancia del autocuidado y la medicina preventiva, antes de presentar a la psicóloga y terapeuta familiar Rafaela Burgos, con quien abordó un tema sensible: el impacto de la violencia de pareja en los hijos.

¿Cómo afecta la violencia de pareja a los hijos?

Burgos fue categórica al afirmar que los niños que viven en hogares donde hay violencia “no son espectadores, son víctimas”. Explicó que, aun cuando no reciban agresiones físicas, sufren un daño psicológico acumulado producto del miedo, la tensión constante y el conflicto de lealtad. “Dos personas que son las más importantes para ellos están enfrentadas, y el niño tiene que posicionarse aunque tenga tres o cuatro años”, indicó.

La especialista señaló que una madre maltratada —lo más frecuente en estos casos— pierde recursos emocionales y disponibilidad para atender al niño como necesita, pues se encuentra en un estado permanente de alerta y defensa. Esto genera negligencia involuntaria, descuido y falta de contención emocional.

¿Qué es la violencia vicaria y cómo impacta en la familia?

Burgos también explicó el concepto de violencia vicaria, una forma de agresión en la que el victimario hace daño a los hijos para afectar emocionalmente a la madre. “Puede ser daño emocional, rechazo o incluso daño físico grave”, advirtió, recordando que el riesgo aumenta en hogares donde se ejerce violencia de manera sistemática.

La psicóloga señaló que los niños de parejas con relaciones violentas suelen quedar “invisibilizados”, porque el conflicto de los adultos absorbe toda la energía y atención. Esto los deja expuestos, a veces incluso interviniendo para defender al progenitor agredido, lo que puede ponerlos en peligro directo.

Sobre el rol de los hijos adultos, Burgos indicó que pueden intervenir mediante conversaciones y acompañamiento, sin necesariamente “tomar partido”, aunque dejando claro quién es el agresor y quién la víctima. “No se trata de dejar de querer a un padre, pero sí de no aceptar la conducta”, explicó.

La especialista señaló que no existe un único resultado: algunos repiten los modelos de violencia aprendidos, mientras otros toman la decisión consciente de no reproducirlos. “Hay personas que dicen: eso que vivió mi mamá yo no lo voy a vivir; eso que hacía mi papá yo no lo voy a hacer”, comentó.

Burgos cerró con un mensaje directo a quienes viven situaciones de violencia frente a sus hijos: “Lo único que podemos decir es que hay que parar la violencia. Si eso significa denunciar, hay que hacerlo”.

Afirmó que la víctima tiene poco poder para actuar desde dentro de la relación, pues está sometida a un desequilibrio de fuerzas, y que el uso de los canales institucionales es fundamental para proteger tanto a la madre como a los hijos.