Dubái.- El ministro dominicano de Medio Ambiente, Miguel Ceara Hatton, advirtió este sábado de la «urgencia» de poner en marcha el fondo para pérdidas y daños causados por el cambio climático aprobado durante la Convención de las Naciones Unidas sobre cambio climático (COP28) que se celebra en Dubái.
Al intervenir en el foro, Ceara Hatton afirmó que «nos encontramos en un momento crucial donde la urgencia de operativizar el consejo se vuelve primordial», y anunció que el gobierno dominicano ha decidido presentar al país como sede de junta del citado fondo, que compensará a los países más vulnerables a los efectos del cambio climático.
«La República Dominicana considera esto como una prioridad apremiante y se mantiene firme en el compromiso de materializar este esfuerzo«, ya que «es nuestra responsabilidad catalizar el progreso y asegurar la funcionalidad de la junta directiva para la conclusión de la cumbre», dijo el ministro, que espera el apoyo del grupo G77 en estas aspiraciones.
Insistió en que «es crucial asegurar que estos recursos lleguen de manera rápida y decisiva a aquellos que más los necesitan. La urgencia de agilizar el apoyo financiero, especialmente para medidas de adaptación, no puede ser subestimada».
Además, «debemos redirigir colectivamente nuestros recursos de los subsidios inexcusables a los combustibles fósiles hacia una acción climática sólida», canalizando estos fondos hacia iniciativas que fomenten la resiliencia, mitiguen los riesgos climáticos e impulsen la transición hacia fuentes de energía sostenibles y renovables».
El ministro también se refirió al problema del sargazo, que afecta de forma particular al Caribe, y «que se ha convertido en una grave amenaza para la vida marina», así como para el turismo, principal actividad económica y fuente de divisas para el país y parte de la población caribeña.
El invierno es la época baja del sargazo, y actualmente flotan en el mar Caribe más 207.000 toneladas que ocupan una superficie de más de 2.000 km2 y, en el caso de República Dominicana, a sus costas llegan «entre 3 a 4 millones de toneladas al año», apuntó.
El cinturón de sargazo tiene «impactos (…) brutales». «Es difícil y costoso recogerlo en el mar pero si llega a la playa es igualmente difícil recogerlo y, si se pudre, genera ácido sulfhídrico, amoniaco, arsénico y otras sustancias químicas de alto impacto ambiental y humano», indicó.
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