Informo solo por este medio que temporalmente he dejado de ser persona. Es más, por el momento no existo, pues se me ha dañado el celular y, por tanto, no tengo guasá, feibú, tuiter, intagram, gimeil, blutú y los demás inventos que hacen que uno sea gente. Ahora sólo puedo llamar por teléfonos públicos o de oficinas, o desde alguna casa (si es que me lo prestan); mandar telegramas (si todavía se puede); escribir cartas por correo (a ver si llegan en una semana); hacer señales de humo o ir a hablar con cada quien en su casa, como era antes (que, por cierto, es la mejor forma de comunicarse).