La Revolución Democrática Posible (dieciséis años después)

La estabilidad política y económica en República Dominicana ha sido clave para preservar el poder adquisitivo de los sectores de menores ingresos.

3 minutos de lectura
Víctor Grimaldi Céspedes.

Víctor Grimaldi Céspedes.

Escuchar el artículo
Detener

Santo Domingo.– Hace dieciséis años publiqué en Listín Diario un artículo titulado "La Revolución Democrática Posible". Partía entonces de una constatación sobria: los grandes sueños revolucionarios del siglo XX —cargados de épica, ruptura y promesas totales— habían chocado, una y otra vez, con el muro de la realidad económica y social. 

Lo políticamente realizable en la República Dominicana no era la revolución absoluta, sino una transformación democrática gradual, capaz de sostenerse en el tiempo.


    Puse como ejemplo el tipo de gobierno que podían hacer, en aquellos tiempos, Hipólito Mejía y Leonel Fernández, y señalé que en el futuro esa misma lógica sería la única viable para Danilo Medina. Hoy, con la experiencia acumulada, afirmo que lo que está haciendo el presidente Luis Abinader va en la misma línea histórica.

    No se trata de una coincidencia ideológica, sino de una constante estructural del arte de gobernar en la República Dominicana.

    Esa intuición teórica la confirmé de manera muy concreta —y casi doméstica— hace apenas tres meses, cuando ingresé por primera vez a un supermercado Jumbo en la avenida Luperón

    Conocía la experiencia de La Sirena desde hacía más de veinte años, pero Jumbo me produjo una convicción distinta, más profunda.


      No era solo el tamaño, la variedad o la organización del espacio. Era la normalidad del consumo. La evidencia palpable de que amplios sectores populares —no solo las clases medias tradicionales— acceden hoy de manera regular a bienes para comer, vestir y vivir con dignidad.

      Ahí entendí, con claridad casi pedagógica, dónde ha estado el verdadero éxito del sistema político dominicano de los últimos treinta años.

      El contraste con el socialismo real:

      El fracaso histórico de los modelos socialistas no fue solo político o moral; fue económico y práctico: la incapacidad para garantizar una distribución adecuada y sostenida de bienes y servicios básicos. Producción insuficiente, escasez crónica, colas, racionamiento y mercados paralelos minaron la promesa igualitaria desde dentro.

      En la República Dominicana —con todos nuestros defectos, desigualdades y errores— logramos lo que otros países no pudieron: crear un marco institucional, económico y político donde el crecimiento, la inversión y la estabilidad permitieran democratizar el consumo.

      No es una palabra menor. El acceso cotidiano a alimentos variados, ropa, electrodomésticos y servicios básicos es, en sí mismo, una forma silenciosa de justicia social. No hace discursos, pero transforma vidas.

      La clave permanente del poder político:

      Por eso sostengo, hoy como ayer, que la clave del éxito de cualquier candidato o gobierno dominicano estará siempre en una variable fundamental: mantener y proteger el poder adquisitivo de los sectores de menores ingresos, garantizando su acceso real —no retórico— al consumo y a los servicios esenciales.

      Cuando eso se rompe, se rompe también la legitimidad. Cuando eso se preserva, la democracia se vuelve creíble.


      Esa fue, es y seguirá siendo la Revolución Democrática Posible: no la que promete el paraíso, sino la que asegura que la gente pueda vivir mejor aquí y ahora, sin romper el país en el intento.

      Victor Grimaldi Céspedes

      Victor Grimaldi Céspedes

      Biografía completa »
      Sígueme en :
      LO MÁS LEÍDO
      LO MÁS VISTO
      TE PUEDE INTERERSAR