El periodismo digital dominicano enfrenta desafíos para mantener la calidad y credibilidad en la era actual.
Santo Domingo.– El periodismo dominicano de las últimas seis décadas ha estado marcado por hombres y mujeres cuya vocación, disciplina y sentido de responsabilidad dieron forma a la prensa moderna del país.
No escribo como analista distante, sino como testigo y protagonista de una época en la que la palabra escrita, dicha o impresa tenía un peso real en la vida nacional.
Rafael Herrera Cabral fue el gran arquitecto moral del Listín Diario y uno de los maestros más influyentes de su generación. Su estilo —sobrio, equilibrado, elegante y profundo— definió el periodismo serio del país tras el renacimiento del decano en agosto de 1963. Para mí, Herrera fue profesor, guía y formador; su ejemplo enseñó que un periodista no grita, no exagera y no pierde la compostura, aun en tiempos difíciles.
Lo conocí en 1966 cuando dio cátedras en el Instituto de Promoción Social, y hasta su fallecimiento en 1994 mantuvimos excelente amistad, y escribí en la página editorial del Listin gracias a Don Rafael, sin ninguna censura.
La lealtad silenciosa de Francisco Comarazamy representó al periodista de servicio, ese que sostiene una institución sin buscar protagonismo. Su trabajo en el Listín Diario fue referencia de constancia, discreción y profesionalismo. Su legado recuerda que el periodismo no se construye solo con grandes firmas, sino con quienes, día a día, mantienen la integridad de un medio.
Miguel Franjul es, sin duda, una de las figuras más influyentes del periodismo moderno. Su estilo sobrio y analítico ha convertido al Listín Diario en un referente de calidad, equilibrio y modernidad en la era digital.
Su dirección ha sido clave para mantener la credibilidad en tiempos de grandes desafíos tecnológicos.
Radhamés Gómez Pepín encarnó el periodismo cercano, popular y humano. Tenía la capacidad de interpretar el sentir de la gente sencilla y llevarlo al papel con autenticidad.
Otros maestros que marcaron camino incluyen a Juan Bolívar Díaz, Aníbal de Castro, Emilio Herasme Peña, Julio Hazim, Persio Maldonado, Miguel Guerrero, Alicia Ortega, Fernando Hasbún, Bienvenido Álvarez Vega, Fausto Rosario, Ruddy González, Chichí de Jesús, Bolívar Díaz Gómez, Miguel Febles, Nuria Piera y Huchi Lora, quienes aportaron a un periodismo dominicano más consciente y responsable.
El periodismo nacional ha transitado tres grandes períodos:
– El Periodismo del Plomo (1966–1980): precariedad técnica, presiones políticas y creatividad en medio de limitaciones.
– El Periodismo Digital (2000–2025): velocidad, redes sociales, desinformación, nuevos medios y la lucha por mantener el rigor.
En este último tramo, el desafío no es informar más rápido, sino informar mejor.
Después de seis décadas sigue vigente el reclamo de que el periodista no debe ser activista político; debe ser testigo moral de su tiempo. Debe escribir con prudencia, investigar con rigor, actuar con equilibrio y mantener siempre el respeto por la verdad. Ninguna democracia es sostenible sin un periodismo responsable y honesto.
Las nuevas generaciones merecen conocer que hubo una época en la que el periodismo dominicano fue una escuela de excelencia.
En la que las palabras tenían peso, los archivos se respetaban y la ética guiaba la profesión. Recordar a los Periodistas de Peso es reconocer su legado y afirmar la necesidad de preservar la calidad, la responsabilidad y la verdad en el oficio.
Honrar su memoria es fortalecer el futuro democrático de nuestro país.