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"Semillas para Ucrania": apoyo a las regiones devastadas a través del cultivo

"En lugar de enviar, por ejemplo, 100 kilos de remolacha, podemos mandar varios paquetes de semillas a las familias locales para que cultiven por sí mismas la misma cantidad de alimentos", explica Kadygrob.

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Leópolis (Ucrania).- Una iniciativa ucraniana apela a los extranjeros a enviar semillas al país para distribuirlas entre cien mil hogares de áreas devastadas por la invasión rusa para permitir que la población cultive sus propio alimentos y evite la escasez de comida.

«Es una forma de solidaridad y de conseguir resultados relevantes con pequeños y sencillos pasos», explicó a EFE Volodímir Kadygrob, fundador de la iniciativa «Semillas para Ucrania», «Seeds for Ukraine».

Tras la retirada de las tropas rusas por las contraofensivas ucranianas del año pasado, la situación en la línea del frente y en las regiones liberadas sigue siendo muy complicada y bajo la amenaza de que desemboque en una hambruna local.

Esta zona, dos veces mayor que Austria, es terreno minado, lo que hace extremadamente peligroso su cultivo. Los almacenes y la logística alimenticia quedaron dañados por los ataques rusos; muchos lugareños han visto cómo sus empleos, ingresos o vivienda desaparecían, en medio de la escalada de precios de los alimentos.

Con la campaña de siembra a pleno rendimiento en Ucrania, cualquiera puede hacer aún una importante contribución enviando por correo al país aunque sólo sea un par de paquetes de semillas, subraya Kadygrob.

Todo ciudadano de la UE puede enviar su paquete certificado con semillas de legumbres, sandías, tomates y otras plantas al centro de distribución de Polonia. A continuación, las semillas se clasifican en paquetes familiares estándar y se distribuyen gracias a una red de voluntarios por las regiones ucranianas.

Los extracomunitarios también pueden hacer su aportación en forma de donativo a la iniciativa, que utiliza los fondos para comprar semillas o encargar la construcción de invernaderos en poblaciones devastadas.

El año pasado, la iniciativa ayudó a más de 10.000 hogares. Su objetivo es ampliar su cobertura a 100.000 familias en 2023, centrándose sobre todo en zonas rurales de las regiones de Járkov, Jersón, Chernigiv y Sumy.

Jersón es especialmente conocida por sus productos agrícolas. Antes de la ocupación rusa, solían inundar cada año los mercados de toda Ucrania; ahora sus habitantes dependen de la ayuda para poder cultivar alimentos incluso para su propio consumo, en huertos privados.

La demanda de semillas e invernaderos es enorme y la iniciativa no puede cubrir todas las necesidades, afirma Kadygrob. No obstante, está seguro de que suministrar semillas a la población local es más eficaz que repartir alimentos mediante una logística de por sí sobrecargada.

«En lugar de enviar, por ejemplo, 100 kilos de remolacha, podemos mandar varios paquetes de semillas a las familias locales para que cultiven por sí mismas la misma cantidad de alimentos», explica Kadygrob.

Para muchos, recibir productos gratis es una carga psicológica. Recibir semillas es otra historia, ya que trabajarán hasta verlas crecer y compartirán luego el fruto de su trabajo con quienes lo necesitan.

Dice que la gente llora de felicidad al recibir semillas: «Recuerdo a una abuela, que había perdido la mitad de su casa en un bombardeo. Nadie sabía lo que iba a pasar en uno o dos meses. Ella necesitaba esas semillas para tener qué comer si las cosas iban mal».

Una de las voluntarias salió de la región de Sumy la pasada primavera apenas dos veces para conseguir las semillas. Tuvo que ayudarse de un dron para comprobar la presencia de tropas rusas en su camino, porque ir a su encuentro era exponerse a ser un objetivo fácil.

La mayoría de las semillas que la iniciativa recibe del extranjero proceden de pequeños agricultores y particulares.

Hay algo especial en estas cajas con semillas empaquetadas manualmente, dice Kadygrob: «Suelen contener mensajes de apoyo e irradian energía positiva y solidaridad».

La iniciativa también trabaja en la entrega de invernaderos a comunidades y a centros de alojamiento temporal para desplazados internos. Así se aborda el problema de los terrenos minados y se da algo que hacer a los desorientados refugiados.

«No se trata sólo de comida. Les da esperanza, apoyo psicológico», subraya Kadygrob.

Apoyar a las familias de estas regiones ayuda a preservar extensas tradiciones locales de agricultura sostenible: «En todo el mundo se busca cómo volver a la agricultura sostenible. Nosotros podemos contribuir, asegurándonos de que no desaparecen en Ucrania».

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