Sin reformas profundas ni control efectivo, las muertes por uso excesivo de fuerza seguirán ocurriendo.
Santo Domingo.– La muerte de Ransel Junio García durante una celebración expone, una vez más, el problema del “gatillo alegre” en la Policía Nacional.
Disparar primero y luego “investigar” se ha vuelto una rutina peligrosa.
La ausencia de consecuencias reales para los agentes responsables alimenta la impunidad y erosiona la confianza ciudadana.
Mientras no haya sanciones ejemplares, control efectivo del uso de la fuerza y reformas profundas, estas muertes seguirán repitiéndose como tragedias anunciadas.