El conflicto entre República Dominicana y Haití en torno al manejo de las aguas del río Masacre y la posibilidad de una solución en el corto plazo, acaba de quedar en una situación incierta y preocupante.
Esto surge ante el apoyo que el primer ministro Ariel Henry dio este viernes ante la asamblea de la ONU a la controversial obra, a pesar del reclamo del gobierno dominicano de que se paralicen esos trabajos por violar un acuerdo binacional sobre el manejo de los recursos hídricos comunes.
La base legal e histórica para la regulación compartida de esos recursos es el Acuerdo de paz suscrito en 1929 y una declaración conjunta complementaria emitida en 2021, y como la interpretan ambos países.
Aunque Henry afirmó en su alocución que Haití aboga por la vía del dialogo y la negociación para resolver de forma pacífica las diferencias sobre esos acuerdos binacionales, a la vista no se vislumbran los medios a través de los cuales esas iniciativas podrían ser canalizadas con alguna posibilidad de solución del conflicto, especialmente cuando el primer ministro dijo que su país reafirma su derecho soberano a utilizar los recursos hídricos binacionales, tal como lo hace República Dominicana.
En vista de eso, ya se ha comenzado a hablar de un eventual arbitraje internacional, o sea, llevar el conflicto a una instancia donde los diferendos son expuestos, en la búsqueda de acuerdos equitativos que eviten un conflicto de mayor dimensión.
La cuestión es que de inmediato y ante esta coyuntura, habría que esperar la posición que al respecto asuman tanto las autoridades dominicanas como haitianas, mientras que el cierre prolongado de la frontera, provoca preocupación y expectativa por las implicaciones económicas para ambos pueblos.
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